Ahora más que nunca me siento uno…
Siendo uno, siento que “ayudo” a las personas a atravesar de un estado a otro. Las preparo para algo que eventualmente ocurrirá más adelante o de algo que les ocurrió en el pasado y necesitan superar.
Soy el puente para pasar de eso amargo a lo dulce. Caminamos juntos, los sostengo cuando están por decaer. Les contengo cuando sienten que no dan más, le ayudo a sonreír nuevamente y siento propias sus penas y amarguras, las siento mías.
Soy quien esta cuando solo ve oscuridad o la claridad le encandila y no le permite ver nada. Mi mano es la que lo sostiene y le impide retroceder o quererse detener.
Pero así como todo puente tiene un comienzo y un final, cuando el mío ya llega a su fin – mi trabajo de puente- me siento utilizada. Quizás y mi destino en esta vida será ser el puente de muchos, prepararles a algo mejor. Aun no lo sé, pero como soy un puente tengo mi propio camino que recorrer y descubrir mi estado dulce cuando el camino llegue a su fin…

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