Era un día de verano, donde el calor se apoderaba del ambiente cuando el frío llego a mi alma. El tiempo se congeló, el corazón me estalló, el alma se me quebró, el habla se esfumó, mi cuerpo tembló y el mirar se perdió. Eh decidido erradicar el sabor chocolate de entre mis gustos de los helados, ¿por qué? Porque era el sabor favorito de mi hermana pequeña, mi Catita.
Cuando vi tu ventana aparecer por mi pantalla, mi corazón dio un brinco, quizás y presentía algo, creo que nunca lo sabré. Pregunté por vos, no respondiste. Pregunte por Pancho y por Luis y tampoco obtuve respuesta. Hasta el momento en que de pronto en mi barra tu luz anaranjada tintineo. Eran respuestas a mis preguntas. Luis estaba aquí. Tenía tantas palabras atoradas en mi garganta que mis dedos eran torpes para poder expresarlas en unas cuantas líneas. Estaba hambrienta de saber de vos, de cómo estabas, como te sentías, de cómo estabas junto a Pancho y los demás. Pero abruptamente algo llego a mí. -¿Cómo estas?- le pregunté a Luis –Muy mal- fue su respuesta -¿Por qué? ¿Qué paso?- algo me indicaba que la respuesta no le querría leer jamás, pero llego y con eso el dolor. Leía y leía, reiteradamente cada una de las letras de esa respuesta y así como de la nada ya temblaba y lloraba a mares. Perdí miles de recuerdos, ya no sé como son tus ojos, tu sonrisa, tus palabras conmigo, ya no se nada, solo que ya no estas conmigo.
Tomaste el boleto de avión antes que yo. Partiste primero, mucho antes diría yo. Destino:-“La eternidad”.
La magia de nuestra hermandad se está debilitando. Este lazo que se creo, lo siento lejano, no por ti ni por mí, sino porque Dios te llevó de aquí. Ya ahora puedo decir que mi color rosa se fue, que la lágrima en mi ojo que eras quiere rodar mejilla abajo, que el anillo que eras en mi dedo está apunto de caerse y todo lo que eras en mi, algo me lo esta quitando.
No te quiero dejar partir. No lo acepto, no quiero. No tenía porque llevarte de mi lado, de nuestro lado, del lado de todos aquellos que tuvimos la oportunidad de tener un poquito de ti.
Duele, el corazón de tanto sentir, el alma de tanto sufrir, los ojos de tanto llorar, la cabeza de tanto pensar. Cierro los ojos y los vuelvo abrir esperando que el color rosa con el que te fuiste regrese a mi. ¿Qué saque con guardarte los colores si regresaste, pero volviste a partir? Mi corazón no fue lo suficientemente fuerte para mantenerte aquí conmigo. Ese sueño eterno no te llevo, ese del cual mi corazón y el tuyo lucharon por vencer, pero te llevo el accidente en donde ese ángel vino a por ti en un día de verano, un día como hoy. Te perdí, así como así, sin más ni más, te perdí. Busco recuerdos y ellos huyen de mí. Busco lágrimas y ya todas se fueron, te estas llevando todo contigo. Tu maleta se esta cargando de mi y me dejas sin nada de vos.
Estoy en mi rincón junto a una manta y un cojín de estrella color rosa, el mismo color de tu luz. Sentada a un costado de la ventana contemplo una estrella desaparecer, su resplandor se esta debilitando, esa debes de ser vos, porque tu vuelo ya debe de estar llegando a su lugar.
¿Qué hago con todo lo que te tenía para vos? Ese libro de poemas, ese helado, ese abrazo, ese beso, ese regalo, todas esas cosas que tenía para vos y nadie más. ¿Dónde les guardo ahora? No comeré más helado de chocolate, porque ese era el sabor de ambas, y ahora que no estas aquí creo si le llegase de nuevo a probar rompería en llanto de tan solo imaginar tu sonrisa junto a esa copa de helado que jamás llego y degustarías junto a mi.
Adiós al helado de chocolate. Te marchaste un día de verano, sin despedirte de mi, sin brindarme tu sonrisa, sin darme ese abrazo que me debías, sin besar mi mejilla y llamarme “hermana”, sin decirme te quiero, sin sentir mi alma. Partiste un Enero 18 junto al color rosa, llevándote esa lágrima que corre por mi mejilla, junto a un gran pedazo de mi alma en tu maleta. Por eso hoy que me enteré de tu partida, digo adiós al sabor chocolate de los helados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario