Catita...
Un día de la forma más atroz, me dijeron que estabas en uno, mis ojos se humedecieron a tal punto de no dejarme leer más. Mis manos temblaban, la voz no me salía, mi mente desvariaba, mi alma se estremecía. De tan solo recordarlo, el corazón se me ahoga. Estaba lejos y odie esa distancia. Quería correr o volar para verte, para tomar tu mano y traerte de vuelta, para no dejarte en ese sueño que te quería arrebatar de mi lado. No permitiría que nadie te llevara y si era necesario arrancarme el corazón, lo haría. Cierro los ojos y a la mente se me viene ese momento, esa semana sin dormir, esos días sin comer, esa semana sin sentir. Había congelado el corazón para evitar el dolor. Los días habían dejado de ser de colores, se habían tornado de gris, los ojos producto de las lágrimas enfrascadas nublaban mi mirar y poder seguir. Creo que esa fue la primera vez que odie ser lo que era, una mortal, y no arreglar todo con un simple -“Que vuelva a la normalidad”-; La vida te pone pruebas y esta fue de las peores que tuve que soportar, pero regresaste, abriste tus ojitos y de a poco volviste a ver los colores del mundo que había reservado para ti. Eres mi hermana pequeña, eres mi color rosa en el arcoíris, eres la lágrima en mi ojo, eres el anillo en mi mano, eres y serás parte de mi.
Estas aquí, para no partir más, volviste de ese sueño eterno, que te quiso arrebatar de mi lado, pero tanto tu corazón como el mío no lo permitieron y regresaste por ese helado de chocolate.
Te espero mi ángel